12 mayo 2014

Norte de La Gomera

Pescante de Hermigua, costa norte de La Gomera.  

Como ya mencionábamos en artículos anteriores, en La Gomera se puede acceder fácilmente de un punto a otro ascendiendo hasta la cumbre y volviendo a bajar, pero también hay múltiples carreteras secundarias que serpentean los valles cruzando numerosos y bonitos caseríos dignos de darles un vistazo con calma, pararse y tomarse algo sus bares y "guachinches" que divisaremos a pie de carretera. Por eso, la mejor manera de conocer la isla, las costumbres de su encantadora gente y la gastronomía, es tomar el coche, y dejarse ir por donde mejor te parezca.


Desde el punto en que dejábamos el anterior artículo, el bosque del Cedro, bien podríamos emprender una ruta por la zona norte de la isla para visitar alguno de sus pueblos y lugares más conocidos, no todos, pues hay muchos, normalmente los más pintorescos, bastante escondidos, por lo que explorarlos necesitan una visita más minuciosa y con bastante más tiempo, aunque vale mucho la pena y lo recomendamos.
 
Si nos encontramos en el Cedro, tenemos que volver hasta la carretera TF-711, que es la que vendría desde San Sebastián de la Gomera, conocida popularmente como la carretera general del norte, y dirigirnos hasta la cercana población de Hermigua, donde por el camino iremos dejando alguno de estos bonitos y pintorescos pueblos de los que hablábamos.

Playa de Hermigua con sus plataneras.

La carretera general atraviesa el casco de Hermigua, una población agrícola dedicada al cultivo del plátano y la vid, aunque últimamente también se está dedicando al turismo rural, intentando aprovechar el boom de este sector y explotar al máximo los atractivos que puede ofrecer con la cercanía del bosque del Cedro y el Parque Natural de la Majona entre otros.

Vistas a la playa de Hermigua desde Lepe.

En la desembocadura del valle donde se encuentra Hermigua hay una gran y paisajística playa de callaos, con vistas a la punta noroeste de Tenerife, en cuyo margen derecho encontraremos restos, como en muchas playas de la isla, de antiguos pescantes y embarcaderos que en su época fueron el motor económico de la isla.

Playa de La Caleta.
En Hermigua esta uno de los más apetecibles rinconcitos de La Gomera, se encuentra a tan sólo diez minutos del centro tomando un desvío, la playa de La Caleta.

 
Como suele suceder en las playas salvajes de arena volcánica de las islas, a causa de las mareas, en verano contienen más arena negra que piedras, y en inverno lo contrario, pero de cualquier manera, el pitón volcánico que sobresale en la parte izquierda, junto a la imagen de Tenerife al fondo, le da una estampa a la playa inmejorable.
 
Centro de visitantes Juego de Bolas.
Retomando la carretera general, y dejando atrás la población de Hermigua, pasaremos al siguiente municipio de la isla, el más pequeño de la isla, Agulo, que se sitúa debajo de una enorme pared montañosa, que en las páginas turísticas que encontraremos por internet, venden que cuenta con el precioso mirador en suspensión de Abrante, acristalado para ver como si estuvieses en el aire, las vistas a la villa.
 
A ver, el mirador está, y se ve desde la carretera si miras hacia lo alto de la montaña, pero por motivos que todos suponemos, a día de hoy permanece cerrado y en ruinas.
 
Agulo, posee un pequeño casco con calles empedradas y casas típicas con huertos, que bien merece un buen paseo.

Cerca, en la localidad de La Palmita, encontraremos el Centro de Visitantes - Juego de bolas, donde se expone flora canaria en sus jardines y hay un pequeño museo en su edificio principal. Aquí se puede conseguir folletos e información de los senderos habilitaos para la práctica del senderismo en el interior del parque Nacional de Garajonay.
 
Sí continuamos por la carretera TF-711 y dejando atrás el núcleo poblacional de Las Rosas, esta vez encontraremos el centro del municipio más grande de La Gomera, Vallehermoso.

El Roque Cano, en una de las laderas llegando a Vallehermoso.
Justo antes de alcanzar el casco de Vallehermoso, en una de sus laderas, tendremos que pasar junto al Roque Cano, uno de los emblemas naturales del municipio.

Igual que sus comunidades vecinas, Hermigua y Agulo, esta comarca agrícola, centrada en el cultivo la vid y en la miel de palma, se esta empeñando en restaurar muchas de antiguas casonas para dedicarlas al turismo rural, y es que aquí también podemos encontrar numerosos puntos de interés para éste tipo de turista en auge.

La costa de Vallehermoso, cuenta con varias playas semisalvajes de origen volcánico, que ofrecen bonitas vistas a Tenerife y a su Teide.

El Castillo del Mar, en el lateral izquierdo de la playa de Vallehermoso.

Descendiendo por la carretera principal desde el casco, la TF-712, llegaremos hasta la playa del pueblo, donde hay unas piscinas municipales que, por lo menos nosotros, nunca hemos conseguido ver en funcionamiento, y donde encontramos otro de los símbolos del municipio, El Castillo del Mar, otro de los antiguos embarcaderos de plátanos que encontraremos en estado ruinoso en varias playas de la isla, aunque éste, por algún tiempo estuvo restaurado y albergó diferentes eventos.

La Fortaleza de Chipude vista desde el Risco de la Merica.

 El palmeral de Tamargada, y el espacio protegido de Los Órganos, visibles sólo desde el mar son algunas de las señas naturales de identidad de éste municipio, que también tiene su parte importante en el Parque Natural de Garajonay, pero seguramente el monumento natural más importante de Vallehermoso sea la Fortaleza de Chipude.

La Fortaleza de Chipude, otro de esos caprichos vulcanológicos que hay diseminados por toda Canarias, alcanza los 1243 msnm y es claramente visible tanto desde otros puntos de La Gomera como desde otras islas cercanas.


El parque recreativo de Laguna Grande, es el lugar de este tipo más importante de la isla, situado en pleno centro del Parque Nacional de Garajonay, y también pertenece al municipio de Vallehermoso. Es un lugar ideal para descansar y reponer energías si estas de excursión por esta parte de la isla.

Parque recreativo de Laguna Grande.
Por las tardes, cuando se apagan las barbacoas y desaparecen los campistas, la paz y tranquilidad que inunda la zona, hace que salgan a pasear una gran cantidad de animalitos. Nosotros hemos llegado a observar una importante cantidad de conejos salvajes corretear a sus anchas entre columpios, mesas y fogones que tan sólo minutos antes se encontraban repletos de personas.
 
 

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