21 enero 2014

Las Montañas del Fuego. Parque nacional de Timanfaya



Desde el Monumento al Campesino, tomamos la carretera LZ-20 hasta la población de Tiagua y continuamos a la izquierda por la LZ-46 hasta llegar a Mancha Blanca. Entraremos allí en las puertas del Parque Nacional del Timanfaya.




Desde la ventanilla de nuestro coche, circulando por la carretera LZ-67, que discurre atravesando el Parque Nacional de Timanfaya podemos contemplar el oscuro e inquietante paisaje formado por las lavas y malpaíses originados durante las erupciones volcánicas, además de una gran diversidad biológica que alcanza hasta 180 especies de vegetales distintos.



Aquí, la presencia del ser humano ha sido prácticamente nula, por lo que éste lugar, continúa siendo un auténtico laboratorio de investigación para los procesos de colonización biológica.

Timanfaya se declaró como como Parque Nacional mediante Decreto, el 9 de agosto de 1.974 y éste fue reclasificado por Ley en 1.981.
Desde 1.993, Unesco le otorga la clasificación de Reserva de la Biosfera y desde 1.994 es también Zona de especial Protección para las Aves.
El parque ocupa en total una extensión de 51,07 km² del suroeste de la isla .

Entre las actividades más interesantes que podemos realizar en el parque, se encuentran las excursiones guiadas que recorren "la Ruta de los Volcanes" y las demostraciones que nos proporcionan los guías de las anomalías geotérmicas.


Destacan entre todos, sus volcanes más famosos, la Montaña de Fuego, la Caldera del Corazoncillo o la Montaña Rajada.
  
El parque de Timanfaya surgió de las violentas erupciones volcánicas de seis años consecutivos, entre 1.730 y 1.736, más las posteriores del S.XIX, principalmente en 1.824.
Después de las erupciones, los volcanes de Lanzarote entraron en un período de calma, pero dejaron su huella impidiendo la habitabilidad de toda esta zona.
Altas temperaturas próximas a 600ºC se registran aún tan sólo a unos de 10 metros de profundidad.


En el restaurante El Diablo, en el corazón del parque, aprovechan el calor interior que emana la propia tierra, ya que el Parque Nacional sigue manteniendo una gran actividad volcánica, para cocinar alguno de los platos más típicos de esta isla.


El Cura de Yaiza, en el momento de las erupciones, escribía estas líneas en su diario:

"El día 1 de septiembre 1730, entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza… y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra".








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